Cuando me pongo a cantar

les canto con mucho gusto,

qué bonito es este son

que se llama el Aguadulco.

 

Vengo de Guadalajara

de Guadalajara vengo,

yo no vengo a ver si puedo

sino porque puedo, vengo.

 

Bonito Guadalajara

quién estuviera en el puente

con su chamaca de brazos

mirando pasar la gente.

 

Bonito Guadalajara

quién estuviera otra vez

con su chinita de brazos

borrachito de jerez.

 

Me gusta la flor de mango

porque el viento no la agobia,

más me gusta a mí el huapango

cuando uno tiene a su novia.

 

Yo quisiera y no quisiera

y no sé si usted querrá

que mojara su pañuelo

y me diera la mitad.

 

De noche me mata el frío

de madrugada el sereno,

¿cuándo yo tendré lo mío,

para no desear lo ajeno?

 

Qué bonito es lo bonito

y a quién no le ha de gustar,

yo lo digo y lo acredito

y lo vuelvo a acreditar:

todo cabe en un jarrito

sabiéndolo acomodar.

 

Ay, qué bonito es estar

junto de lo que uno quiere

darle un beso si hay lugar

y un abrazo si se puede

y sin darlo a maliciar

como aquel que nada debe.

 

Te mandé solicitar

con la intención de quererte,

me mandastes a avisar

que me mantuviera fuerte

como reata de lazar

cuando la marrana muerde.

 

Ando muy enronquecido

y malo de la garganta,

pero vivo convencido

que estando buena la planta

aunque no le haiga llovido

con el sereno levanta.

 

Ya me voy a retirar

ya me voy para los llanos,

aquí acabo de cantar

los versos de El Moreliano.